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Después de ellas, poco a poco, los discípulos y los demás irán teniendo experiencias parecidas. Pero no piensen que la experiencia de la resurrección fue de golpe y porrazo, todos a la vez, todos el mismo día. Ni tampoco creyeron todos inmediatamente. La versión de Juan dice que el discípulo amado “vio y creyó”, pero de Pedro no lo dice. La tumba vacía no fue suficiente para él.
A lo largo de semanas, meses y hasta de años (piensen en San Pablo), los que conocieron a Jesús fueron experimentando que estaba vivo, y que eso alteraba totalmente sus vidas. Ya no podían seguir como hasta ahora. Si Él estaba vivo después de haber muerto, significaba que todo su mensaje, todo su estilo, toda su vida habían sido ratificadas por el Padre que lo resucita. Nunca olvidemos que el Resucitado es un Crucificado, y que lo fue por unos hombres muy concretos y unas motivaciones muy concretas: Porque Jesús había hecho determinadas opciones, se había enfrentado con ciertas mentalidades, había denunciado muchas cosas ... Y entonces, al ser resucitado, es como si el Padre estampase su firma sobre la vida y testamento vital de Jesús ... ¡Por lo tanto valía la pena tomarlo en serio! Con nadie más había actuado Dios tan clara y definitivamente. Había mucho que replantear y cambiar.
Hace unos días, me comentaba alguien: “el Jueves Santo es el día más importante de la Semana Santa”. Y mirando la religiosidad popular, parece que los Nazarenos, las coronas de espinas, el Santo Sepulcro, los latigazos y las Dolorosas se llevan la mejor parte, y podrían darnos la impresión de que el Viernes es el día más significativo. Pero no. Si las cosas fueran así, estaríamos haciendo “memoria” de la enésima muerte injusta de un inocente en manos de los poderosos. Y la “memoria” es importante, claro que sí. Pero por sí misma no resuelve nada. Sacaríamos la conclusión de que ganan los de siempre, sin que Dios haga absolutamente nada al respecto.
Menos mal que no es así. La resurrección de Jesús significa que sólo una vida planteada, vivida y ofrecida/entregada desde el amor ... tiene sentido, es más poderosa que la muerte. Y, por tanto, no es indiferente cómo sea el estilo de vida personal de cada uno. Hay vidas que se “pierden”, se desperdician, se condenan. Y otras que están en las manos de Dios, Señor de la Historia y de la Vida, para ser llevadas a la plenitud. El sepulcro vacío y la ausencia del cadáver del Maestro ... no demuestran nada.
Los primeros “negligentes” en creer que el Señor estaba vivo fueron los propios discípulos. Lo que les contasen las mujeres u otros testigos ... no era suficiente. La fe no es creer lo que otros han vivido, o nos han contado, sino tener nuestra propia experiencia personal, habernos encontrado con él, experimentar que está vivo y me salva.
Este el centro de nuestra fe. Por eso: oremos con insistencia durante todo este tiempo pascual, deseando resucitar, deseando que el Señor nos resucite y repitamos a menudo: ¡Ven, Espíritu Santo! Una de las mejores oraciones posibles.