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Entramos en la temporada de Adviento el 3 de diciembre. ¿Tenía alguna tradición de Adviento en su familia, mientras crecía?
Sí, siempre tuvimos una corona de Adviento en nuestra casa. Animo a las familias a que consideren incorporar la corona de Adviento en el momento de oración, antes de cenar o antes de acostarse. Sólo toma unos cinco minutos, y es un momento en el que una familia puede reunirse y compartir su fe, hablar y orar. Las cuatro velas de Adviento refuerzan el contraste entre la luz y la oscuridad. En las Escrituras, se hace referencia a Cristo como la “Luz del Mundo”, en marcado contraste con la oscuridad del pecado. Cada semana, a medida que se acerca más el advenimiento (venida) de Cristo, encendemos otra vela para disipar la oscuridad. La corona forma un círculo, lo que nos recuerda que el amor de Dios por nosotros, no tiene principio ni fin. Cada una de las cuatro velas, se enciende, una a la vez, en un Domingo de Adviento diferente. Se podría decir que, cada vela representa miles de años. La humanidad esperó varios miles de años, hasta que naciera el Salvador. Las dos primeras velas son de color violeta, que representan los colores litúrgicos. El tercer Domingo de Adviento, se llama, Domingo de Gaudete (Alegría), y encendemos una vela color rosa, como símbolo de alegría: que el Salvador, ya casi está aquí. La última vela de color violeta, se enciende el Cuarto Domingo de Adviento, para indicar nuestra última semana de oración, mientras esperamos el nacimiento de Cristo.
¿Puede explicar qué es el Adviento?
La gente suele decir que, es un tiempo para prepararse para la Navidad, y eso es correcto, pero ese es sólo uno de los tres propósitos del Adviento. Realmente, el Adviento es una oportunidad para mirar atrás y prepararnos, para celebrar el día en que Cristo nació y vino entre nosotros; también, es una oportunidad para mirar hacia el futuro, cuando Él venga nuevamente en gloria, y para estar preparados para que podamos estar delante de Él, cuando venga ante nosotros al final de nuestras vidas; y también, involucra el presente, cuando abrimos los ojos, y pedimos los ojos de la fe, para ver a Jesús revelándose Él mismo ante nosotros de maneras sutiles y no tan sutiles todos los días. Todo el día, el Señor Jesús está con nosotros, caminando con nosotros, cuidándonos, y durante el Adviento, podemos estar más atentos a eso y, particularmente, verlo en los acontecimientos del día. Si celebramos el Adviento como pasado, presente y futuro, nos ayudará a hacer dos cosas: Nos ayudará a celebrar la Navidad de una manera más alegre y, también, nos ayudará a no tener que preocuparnos de ir delante del Señor en el final de nuestra vida, porque lo habremos hecho diariamente, abriendo nuestros ojos y nuestro corazón, a la presencia del Señor.
Las lecturas de Adviento, cambian según el ciclo de lecturas de la Iglesia. ¿Las lecturas tienen algún hilo que las una?
En este Adviento, estamos usando las lecturas del Ciclo B. Las lecturas, ciertamente hablan de la comunidad israelita, esperando al Mesías, y los Evangelios del segundo y tercer domingo, se centran en Juan el Bautista, preparando el camino del Señor, y ayudando a las personas a estar preparadas para su venida entre ellas. El Cuarto Domingo de Adviento, que este año cae el 24 de diciembre, nos ofrece el relato de Lucas, sobre la aparición del ángel Gabriel a María, y anunciándole la asombrosa noticia de que, ella ha encontrado el favor de Dios y que, a través del Espíritu Santo, llevará el Hijo de Dios. María acepta el mensaje del ángel Gabriel, y entrega su confianza total a Dios Padre, a su “mandato”.
Todo un contraste con lo que está sucediendo en el mundo hoy, con todos los signos de un materialismo desenfrenado.
Ha habido una tendencia creciente, en términos de materialismo y todas las “cosas” que suceden con la temporada. El otro día, estaba pensando en todo el secularismo. Hay viernes negro, sábado para pequeñas empresas y lunes cibernético. A menudo, es allí donde se centra nuestra atención. Pero cuando veo todo eso, pienso en el lema “Mantengan a Cristo en Navidad”. El Adviento es nuestro tiempo para literalmente hacer eso. Cada año, tenemos una increíble campaña de carteles publicitarios, por parte del Comité de Cristo en Navidad, que este año colocará casi 70 carteles publicitarios que dicen, “Mantengamos a Cristo en Navidad”, en toda la arquidiócesis. Ese es un recordatorio maravilloso. Tal vez, podamos poner esa pequeña calcomanía, en algún lugar de nuestra casa o en nuestro auto. Esas celebraciones seculares están bien, pero sin lo espiritual, no tiene ningún sentido. La idea de dar regalos en Navidad comenzó porque, es en Navidad cuando recordamos el regalo más grande que Dios nos ha dado: su Hijo. Entonces, intercambiamos regalos con dos significados: cuando damos un regalo, recordamos que el regalo más grande jamás dado fue el mismo Cristo, y compartimos un regalo con los demás por caridad. La entrega de obsequios, también, simboliza lo que los tres Reyes Magos hicieron por Cristo, acudiendo a Él con sus obsequios. Por eso, llevamos regalos a aquellos que nos importan.
El Papa Francisco, ha llamado a redoblar nuestros esfuerzos para orar por la paz en este Adviento.
Sí. Oramos por el fin de la guerra en Ucrania, en Medio Oriente y en otras partes del mundo. También, oramos por el fin de la violencia en nuestras comunidades locales. Dios entró voluntariamente en la historia de la humanidad como un niño, nacido en un establo, vulnerable y pobre, y ofrece esperanza a todos los que sufren o están agotados. Nos pide a todos, que no escapemos de un mundo que es imperfecto, sino que, nos acerquemos a quienes están sufriendo, de manera personal, y compartamos todo lo que tengamos para aligerar la carga de otra persona. Cristo, ha plantado su tienda entre nosotros. Necesitamos recibirlo y compartir su amor.
Las preguntas para el Arzobispo Aymond, pueden enviarse a: [email protected].