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¿Qué piensa de la convicción de soborno, al ex alcalde de Nueva Orleáns Ray Nagin?
Ciertamente es una tragedia personal para nuestro ex alcalde y su familia, para nuestra ciudad y nuestro mundo. Siempre es doloroso y trágico cuando a alguien se le ha confiado el bien de la comunidad, y por cualquier motivo, usa ese servicio público para su propio beneficio. Esto es cierto, ya que sea un líder en la ciudad, el estado o gobierno federal, o en un líder en el mundo de los negocios o incluso en la iglesia. Es importante que no intentemos justificarlo, pero enfrentar la realidad. Si estamos involucrados personalmente, deberíamos pedir perdón. Si somos espectadores, deberíamos orar para que la persona pueda afrontar la realidad de lo que ha hecho, y le pida misericordia a Dios.
¿Podría ser una buena señal, que el público cada vez más se canse de la corrupción pública?
La transparencia siempre es importante. Cuando descubrimos estas cosas, dos cosas pasan: lleva a la justicia a la persona involucrada, pero también nos hace recordar – y, tal vez nos ayuda a informar a nuestras conciencias – que no se pueden justificar las fechorías, y ni tampoco aprovecharse de los demás. Todos hacemos cosas en donde a veces podríamos decir, “Bueno, a mi no me van a atrapar,” pero a menudo nos atrapan. Incluso, si no nos atrapan, Dios puede leer nuestros corazones y actitudes. Siendo de Nueva Orleáns, estoy consciente de la reputación que tenemos en Luisiana por corrupción en el gobierno, pero habiendo vivido en otro estado durante nueve años, creo que vi una cantidad casi igual de corrupción allí. Así que es importante que no nos condenemos demasiado a nosotros mismos. El mayor problema es que las personas son propensas a irregularidades y a la falta de honradez, y eso es lamentable.
En otro tema, recientemente hemos marcado el aniversario de la renuncia del Papa Benedicto XVI del papado. ¿Cuál es su punto de vista del último año?
Con el fin de poner esto realmente en perspectiva, yo diría que lo que hizo el Papa Benedicto XVI fue revolucionario, y lo que eata haciendo el Papa Francisco también es revolucionario. Pensar que el Papa Benedicto, en un espíritu de humildad, fue el primer Papa en renunciar en 600 años, es verdaderamente asombroso. Deberíamos tener gran admiración por él. Llegó a un punto en su vida y en su ministerio cuando sintió que no podía llevar la oficina de San Pedro en nuestra iglesia. En lugar de simplemente continuar en lo que quizás pudo ser una manera mediocre, mediante la oración, tuvo el coraje de decir que creía que el Señor estaba llamándolo para dar esa responsabilidad a otra persona. Eso requiere una enorme cantidad de coraje. Es revolucionario, y debe ser honrado por eso. Él se ha vuelto algo invisible. No participó en ninguna de las reuniones antes del Cónclave, y no participó en el Cónclave de sí mismo. Vio la elección y la consagración en la televisión. Realmente ha mostrado humildad increíble, y de ninguna manera interfirió, con lo que cree el Papa Francisco, en lo que es su misión. Es un hombre humilde, y quiere lo mejor y lo necesario para la iglesia. Es evidente que en su papado – y aún ahora – que el Papa Benedicto, no estaba en esto para sí mismo, o para el honor, el prestigio o el poder. Lo hizo porque él era el siervo de los siervos de Dios.
¿Qué del Papa Francisco?
Muchas personas hablan del “Efecto Francisco “ en el mundo – y él ha tenido un efecto. El Papa Francisco está muy cómodo con quién él es, como persona, sabiendo que él es amado e inspirado por Dios. Creo que se ve en un papel profético de preservar y mantener las enseñanzas de la iglesia, pero enseñando de una forma nueva y diferente. Tiene una habilidad – y esto es un regalo que no creo que él haya hecho algo para desarrollarlo – para decir las cosas y relatarle a las personas a un nivel básico. El otro día le decía a las parejas comprometidas: “Después del ‘Sí acepto,’ viene “Podría gracias, y lo siento.’” En pocas palabras, resumió el perdón necesario para una vocación al matrimonio. Él es un pastor y comunicador maravilloso.
En otro tema, en su carta del 1 de febrero, advirtiéndoles a los Católicos que no tienen nada que ver con la preparación o la construcción o las propuestas de construcción de las instalaciones de la clínica de aborto de Planned Parenthood, está haciendo noticias nacionales.
Hubo gran atención. Sentí que teníamos que hablar por dos razones: tenemos que ser proféticos. Tenemos que ser audaces en proclamar el mensaje de Cristo – en este caso, a nuestro respeto por la vida humana que comienza con la concepción en el útero, hasta la muerte natural. Han dicho que hemos sido valientes. Agradezco esos sentimientos, pero creo que la parábola en el Evangelio donde el siervo es elogiado por su administración, y dice, “No he hecho nada más que mi deber.” Realmente siento en este caso que no es más que mi deber, y lo hice con honestidad e integridad. Cuando algo está pasando en el mundo que no está en consonancia con las enseñanzas de Cristo y las enseñanzas de la iglesia, es nuestro deber hablar de manera apasionada y con compasión, no juzgando a los demás, pero llamarlos a la conversión. En segundo lugar, lo vi como un momento de aprendizaje. Mucha gente, hoy en día hacen una distinción entre su vida de fe y su vida cotidiana y sus decisiones. Las dos no pueden ser separadas. Se supone, que las decisiones de negocios que hago y las otras están enraizadas en la fe. Una o dos personas me dijeron, “Bueno, es sólo un negocio.” En este caso, el negocio permite la toma de una vida humana que no ha nacido, que no es de Dios. Estamos llamados a darnos cuenta, que permitiendo la construcción de este edificio o apoyando de alguna manera, participamos en el trabajo que se lleva a cabo allí – para todas las generaciones venideras. Realmente me ha fortalecido el número de personas que han respondido de manera positiva a nuestra postura. La respuesta ha sido abrumadoramente positiva. He recibido dos llamadas telefónicas que han sido negativas – que básicamente, dijeron, “Ocúpate de tus asuntos, y no nos digas cómo vivir nuestras vidas.” Y me lo dicen con cierta regularidad. A nadie le gusta que le digan eso, pero debemos proclamar el mensaje de Dios.
Pueden enviar sus preguntas al Arzobispo Aymond a: [email protected].
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